martes, 16 de diciembre de 2008

A vueltas con el tiempo.

Juan Luis, te paso el borrador y la estructura de mi comunicación. La he ajustado al tiempo y el didactismo requeridos, si quieres sugerirme algo, no dudes en hacerlo.


Á la recherche du temps perdu es el título general de la más importante obra de Marcel Proust (1871 1922). Obra extensísima cuya versión definitiva (establecida por Pierre Clarac y André Ferré para La Pléiade y publicada en 1957) consta de 1.240.000 palabras y comprende siete libros con título propio, el último de los cuales es Le temps retrouvé.

Esta segmentación y, sobre todo, sus títulos pueden resultar algo ambiguos. Inicialmente, en la intención del autor, la división estructural de la obra constaba de dos partes:  Á la recherche du temps perdu y Le temps retouvé. Posteriores avatares de composición y edición de la obra mantienen como núcleo operativo el concepto proustiano de tiempo, pero tal vez difuminan el sentido funcional de la oposición "perdu / retrouvé". Aunque los lectores instigados por el recorrido creativo y artístico de la obra penetran con mayor o menor dificultad en el sentido particular que Proust les atribuye, también una reflexión previa colabora a la lectura y tal vez alimente un conversación interesante, así que vamos a dar una vuelta más a esta tuerca de la interpretación proustiana.

Para partir de conceptos claros: Proust confronta dos valores semánticos distintos de la palabra francesa durée. En Descartes "durée" es la medida objetiva del transcurso, la visiónde "tiempo" comunmente heredada, sin embargo, Henri Bergson llama "durée" a la impresión intuitiva y vivida de la realidad, una dimensión que se opone al tiempo mensurable, ese es el sentido que le da Proust.

En realidad, en la elaboración proustiana la relación tiempo /vida de un individuo no es oscura ni de difícil comprensión. Curiosamente el que se haya convertido en una clave hermenéutica confusa procede de la apariencia de sinonimia fraseológica con un cliché consagrado por el uso, tanto en francés como en español, en la que tiempo perdido se identifica con tiempo desperdiciado o malgastado: (tratar de convencerlo es tiempo perdido, temps perdu ne se rattrape plus).Pero cuidado con la anfibología: el proustiano tiempo perdido no es sinónimo de tiempo desperdiciado.

"Tiempo perdido",  "tiempo desperdiciado", "tiempo recuperado". Tres conceptos diferentes que será necesario acotar muy bien porque sus respectivas naturaleza e interrelación son la clave significativa ( moral y artística) de ÀLRDTP y LTR. Tiempo desperdiciado o malgastado sería, simplemente, el pasado que se trae a la mente cuando queremos recordar y en cuyo seno se halla, perdido, el tiempo verdadero que se convierte en tiempo recobrado merced a la reminiscencia, un estado de conciencia especial.

Concibe como tiempo inútil para la verdadera memoria del yo aquel en el que aparecen mezclados los acontecimientosdel pasado sin discernirlos como relevantes o no. En él la memoria está sometida a lo efímero, revive un transcurso temporal ilustrado por hechos y gentes que aparecen en un mismo nivel de significación; es como un trozo mineral en el que tal vez haya oculta una veta preciosa... es el recuerdo de la realidad como fue vista por quien sencillamente la vivía inocente de sus auténticos significados, un transcurso que mientras se vivió o cuando se evoca voluntariamente está mezclado con la ganga de ilusiones y circunstancias anecdóticas que impiden reconocer cuál es la veta del puro metal de la verdad del yo. Para descubrirla el análisis se hace preciso. Y este análisis es para Proust el fundamento  de tres aspectos clave: el personal, el estilístico y el metafísico.

Para el individuo, la dimensión temporal que proporciona el recuerdo voluntario es un material en bruto que le da una idea invariada de sí mismo, una idea falsa de que él es siempre la misma persona y sólo las circunstancias cambian en su entorno, pero ese criterio le impide conocerse y conocer el mundo. El Narrador descubre que la evolución sufrida al desplazarse a través de los años lo ha hecho un ser distinto del recuerdo que tiene de sí mismo, alguien que no ama lo que amaba, cuyas inclinaciones e ideas acerca de sí, del arte, de la vida y de sus semejantes son otras. Con sus palabras:  entonces yo, que desde mi infancia vivía el día a día, habiendo recibido desde fuera una impresión definitiva de mí mismo y de los demás, me di cuenta por primera vez, por las metamorfosis que se habían producido en todas estas personas, de la manera en que el tiempo había pasado por ellas y me trastorna la revelación de que también había pasado por mí. Se da cuenta de que no tiene conciencia de cómo y de qué aspectos de lo vivido han podido efectuar esa transformación. Identificarlos se hace imprescindible para identificarse uno mismo si ya no es el creía ser, pero ¿Cúal es la clave del tiempo de una vida?   La pregunta es el motor de la obra en cuanto a estilo, autoidentificación del yo y significado. El tiempo recordado voluntariamente sólo es un territorio de búsqueda, y ÀLRDTP es una ardua actividad de selección en el magma de tal recuerdo para aislar y recuperar en él los elementos (perdidos) de valor existencial, es decir, la durée bergsoniana de la vida personal.

Para el arte, los recuerdos involuntarios: nos devuelven las cosas en una dosificación justa de memoria y de olvido. En fin, como nos hacen experimentar la misma sensación en una circunstancia diferente, liberándola de toda contingencia, nos entregan su esencia extratemporal, esa que es, precisamente, el contenido del arte, la verdad general y y necesaria que únicamente el estilo artístico puede traducir .

Metafísicamente, lo recordado no le interesa como referente, sino como experiencia cognoscitiva y sensible. La reminiscencia produce algo más que la sensación de revivir el pasado: da lugar a impresiones no manipuladas que, por pertenecer al presente y al pasado, no son efímeras, superan la noción de tiempo lineal y recuperan la verdad intemporal de los significados. Así lo dice el autor: y de esta impresión y de todas las que le son semejantes se desprende algo que les es común, un algo cuya superioridad sobre todas las realidades de nuestra vida, incluso las de la inteligencia, de la pasión o del sentimiento, no sabríamos explicar. Pero esta superioridad es tan segura que es casi la única cosa de que no podemos dudar. En el momento que percibimos esta esencia común de nuestras impresiones experimentamos un placer que nada iguala, durante el cual sabemos que la muerte carece de importancia.
Anular la conciencia de la muerte es abolir el tiempo objetivo y, lejos de todo nihilismo, instalar la vida individual en un mundo no medido en transcurso, sino en un extenso presente cuya dimensión es la verdadera y significativa durée de la existencia. Y tal idea no es una suerte de vaguedad que el lector deba intuir, sino un concepto filosófico perfectamente explícito en la estructura narrativa de la  obra  y manifestado como conclusión en la impresionante frase final del libro: Si, al menos me quedara el tiempo suficiente para llevar a cabo mi obra, no dejaría de marcarla con el cuño de ese tiempo, que ahora se me imponía con tanta fuerza, y en ella describiría a los hombres, aunque ello los hiciera parecer seres monstruosos, como ocupando en el tiempo un lugar mucho más considerable que el tan restringido que les ha sido reservado en el espacio, un lugar, al contrario, prolongado sin medida, puesto que tocan simultáneamente, como gigantes sumergidos en los años, épocas vividas por ellos, tan distantes - entre las que han venido a situarse tantos días-  en el Tiempo. 

Además como valor no coyuntural es el único tema, Piensa Proust, digno de la creación artística y objeto de la actividad crítica, en el sentido de que una obra de arte es un símbolo platónico cuya validez reside en la verdad que encierran su contenido y su forma, no en su belleza aparente. Por tanto, el trabajo de un artista o de un crítico consistirán, respectivamente, en la creación y en la evaluación de los signos que constituyen la verdad de una obra.

La relación que esta concepción tenga con las teorías del inconsciente y del yo, el que se trate, o no, de una muy particular metafísica, no faltan, pero no entran en el tema de nuestra charla que sólo se proponía, de entrada, repasar los criterios de tiempo perdido/recuperado en la Recherche.

Y una vez enunciadas las ideas base, tal vez un poco de historia de la creación de À la Recherche y de Le Temps retrouvé contribuya a esclarecerlas.
No puede olvidarse que a lo que Proust dedica toda su vida es a su vocación de escritor. Hasta los 38 años todo cuanto escribe (que es mucho) le resulta insatisfactorio. En el otoño de 1909, trabajando en el prólogo de Contre Sainte Beuve, llega a la percepción de que la meta artística de la imaginación no puede ser inventar o literaturizar la realidad, sino llegar a comprender qué realidad oculta el mundo fenomenológico. Es una revelación estética y filosófica de cuya lucidez arranca la obra que agota su vida. Sin embargo, su camino de Damasco no ha hecho más que empezar. Hasta 1909 no comienza a redactar pasajes para la obra que luego conoceremos como ÀLR... cuya primera versión ni siquiera lleva ese título. (Proust dudó acerca del título general de su obra hasta 1913).

Tampoco hay que perder de vista que lo primero que Proust escribe de su obra es Le Temps Retrouvé, es decir, concibe el tema de su novela desde esa idea y en torno a ella agrupa contenidos de toda su obra anterior, dotándolos de un sentido nuevo. Lo que contenían aquellos materiales es tiempo desperdiciado para el arte o para lo trascendente, porque reflejaban la sucesión un tiempo vivido, no una conciencia de sus claves.

En ese momento empieza la larga búsqueda vital, la maduración del concepto de tiempo perdido y tiempo recuperado, cuya intuición había aparecido en su novela Jean Santeuil comenzada en 1895, pero de manera rebelde y sin acabar de revelarse. Es en la traducción, prólogo y notas de La Bible d´Amiens, de Ruskin, cuando llega a la clarividencia de que los hechos tomados como tales llevan a un conocimiento erróneo del tiempo y del sentido de la vida.Y en 1908 comienza a trabajar en Contre Sainte-Beuve que iba a ser un artículo crítico, pero que se va desarrollando hasta ser un estudio de 300 páginas y que es el origen de la Recherche.

En 1909 comienza lo que podemos considerar como la primera versión de lo que sería ÀLR... Empieza por lo que será el germen ideológico de la obra: LTR. Él mismo lo dice: "Le dernier chapitre du dernier volume à été écrit tout de suite après le le premier chapitre du premier volume, tout l´entredeux a été écrit en suite".

El dato anterior es importante, porque LTR, epílogo narrativo, es, no obstante, la idea temática previa y muy claramente establecida para el desarrollo de ÀLR...: el tiempo de una vida no es un transcurso de sus años, sino una extensión definida por momentos que la memoria involuntaria revela. Escrito en 1909, Proust lo revisa en la primavera de 1922 (va a morir en otoño de se mismo año) y lo envía a su editor, Gallimard, pocos días antes de su muerte. Nunca llegó a conocer la edición impresa de este volumen que no llegará hasta el 22 de septiembre de 1927, cinco años después de la muerte de su autor.

El bagaje de acontecimientos narrativos ya estaba en su obra anterior, pero ahora están iluminados y unificados por una idea coherente. Es completamente distinto el enfoque que da a los mismos hechos en Jean Santeuil, Les plaisirs et les jours, y Pastiches et mélanges del que tienen en ÀLR. Los datos que allí se amontonaban como biografía, justificación personal y mistificación de acontecimientos reales, ahora adquieren un sentido distinto: interesan no por su belleza estética o por autocomplacencia, sino porque descubren la verdadera naturaleza del individuo. Con tal sentido nuevo no tiene inconveniente en reutilizar materiales de sus obras y acontecimientos de su vida y de las gentes que los habían compartido, de toda una época de la historia y abandonar su valor anecdótico para indagar en su verdadera significación vital y moral.

Condensa y desplaza tipos sociales, ciudades, paisajes, detalles reales hasta obtener por decantación de tantos elementos el tipo, el pueblo, el paisaje significativo. Los familiares del narrador, Oriane de Guermantes, Gilberte, Saint-Loup, Swann, Combray o Balbec no son el retrato más o menos literario de lo real. Cada uno de ellos es un arquetipo obtenido por decantación de rasgos de elementos reales, de reacciones y sentimientos de momentos y personas diferentes unificados, tesoros rescatados del recuerdo por la memoria inconsciente, habitantes de la verdad artística y moral del universo verdadero del tiempo, incidentes al servicio de una realidad trascendente.

Esto se convierte, además, en una técnica de distanciamiento personal. Los momentos más excelsos de recuerdo ya habían aparecido antes; la magdalena (un hecho real acaecido a Proust en 1909), la sonata de Vinteuil, o la infructuosa lucha por hacerlo aflorar, como en la visión no resuelta de los tres árboles de Hudimesnil, estaban en textos anteriores, pero como no recuperados de lo contingente. Tal proximidad al tiempo desperdiciado produce a Proust la repugnancia suficiente como para explicitar su distanciamiento narrativo enmarcándolas con claridad en situaciones de recuerdo inconsciente.

Este rigor en marcar el tiempo recobrado es el mayor cuidado de Proust a lo largo de la obra la cual se abre y se termina (narrativa, no textualmente) con dos episodios de recuerdo involuntario: el de la magdalena y el de las losas sueltas en que tropieza el narrador camino de la matinée de la Princesa de Guermantes. Además toda ella está salpicada de reflexiones distanciadoras: el insomnio, el mundo de la sordera, la lectura… de tal manera que aunque ÀLR... no tenga el mismo valor de meditación que se halla en LTR, sí tiene más de ensueño que de mero recuerdo biográfico. Es revelador a este respecto cómo se abre el relato con el símil del durmiente que despierta a altas horas de la noche sin saber donde se encuentra. El personaje comienza así trazando el mapa de su subconsciente en cuyas profundidades situará el centro de la espiral crítica y de creación que es su novela

Entonces, qué papel juega lo temporal biográfico en la Recherche? He tratado de explicar el proceso de depuración a que Proust somete los datos reales, vividos o prolijamente investigados que aparecen en el libro. Pero, además, los tanteos y meandros con que va explorando el camino de ÁLRDTP y LTR no son unicamente intelectuales, van precisándose con su devenir personal . Están ligados a experiencias profundas en la vida del escritor, a tres hechos que la van a transformar y que prácticamente coinciden en el tiempo: la muerte de su madre (noviembre de 1905), el definitivo final del affaire Dreyfus (1905/6) y la interrupción de la asidua vida mundana que Marcel Proust había llevado durante los años anteriores.

Mme. Proust y su hijo se amaban, se necesitaban y se hostigaban constantemente, como queda presente en todas las obras y biografías de Proust .Uno de los símbolos más conmovedores y primeros en el texto de ALR..., el que el autor nombra como “le teâtre et drame de mon coucher”: la denegación del beso de buenas noches, el primer ataque de asma con el que el niño logra la atención de su madre, pero que a la vez lo hace sentirse culpable y , que según muchos psicólogos, es el mecanismo inconsciente que pone en marcha la terrible enfermedad imaginaria que lo acompaña toda la vida, coinciden con experiencias reales del autor. La fuerte interrelación edípica de Proust con su madre procura ambos amor y atenciones, sentimientos de culpa y frustración y toda una tupida red de disimulos y chantajes emocionales.

En diciembre de ese mismo año de 1905, Marcel, sin superar la pérdida de su madre y muy enfermo, ingresa en un sanatorio próximo a Paris para una cura de seis semanas de aislamiento. Su salud no mejora, pero la importancia simbólica de esta reclusión marca una auténtica cesura en la vida del autor: su pasado queda roto por esta muerte y un porvenir incierto en el que podrá vivir y escribir cosas que hubieran herido a su madre, comienza a atraerle.

También en 1905 comienza el proceso de rehabilitación de Dreyffus. Cuando en 1906 se lo exonera completamente, Marcel que había sido militante sincero de la causa de Dreyfus contra el viento y la marea antidreyfusista del faubourg St. Germain, sufre una profunda decepción en su sentido de la justicia cuando ve que, finalmente, todo se resuelve como una maniobra política de conveniencia para el gobierno de izquierdas y ante la fría indiferencia del protagonista.

Con el afaire Dreyfus Marcel había arriesgado, pero no perdido, su papel social en los salones de la nobleza. Cuando muerta su madre y resuelto el affaire Dreyfus, se reintegra a ellos, ya no los ve con los mismos ojos: el encanto se había desvanecido para él. La alta sociedad se le aparece como mezquina y sin ninguna clase de valores que aportar a lo colectivo ni a lo personal. Proust abandona su propio Camino de Guermantes no sólo decepcionado, también autocensurándose. Dice Painter “…se impuso su propio castigo. El asma descendió sobre él como un carcelero o como un ángel protector y ya no lo abandonó nunca”.

El período de indecisión, durará aún tres años. Hasta finales del verano de 1908 no se pone al trabajo de desembarazarse de aquella maleta simbólica que contenía sus dudas y proyectos: esta maleta llena en medio de mi espíritu me estorba, es preciso decidirse a partir o a deshacerla. Y decide partir.

Esta transición señala el difícil camino hacia la búsqueda del tiempo verdadero y su recuperación, el camino de "esa vasta visión depurada, sin ilusiones y profundamente significativa" que es La Recherche. Literariamente la semilla ya estaba en sus obras anteriores, pero sólo germina para convertirse en una de las mayores obras de la literatura moderna cuando a su autor se le revela el sentido filosófico del tiempo verdadero y dedica a ella afanosa, angustiosa y decididamente los 10 años que le restaban de vida.

Sevilla Octubre 2008