lunes, 20 de enero de 2014

Off-topic: Zola. I.



Presentación 

No se enfade, Monsieur Proust, porque invite a su casa a este conocido y contemporáneo suyo (sí, ya sé, 29 años mayor) no está tan fuera de lugar como pretende el título. Ni él se quedará para siempre ni usted estará ausente. Las concomitancias entre ambos me interesan, tanto las personales, como las ideológicas y literarias. Comprenda además que este era un deber aplazado perezosamente porque sabía que necesitaría muchos meses de dedicación para llenar este bache en mi conocimiento de la gran novela europea del XIX. Además no he dedicado a Zola más del año que prometí y no le daré aquí más espacio del que necesite. No es pour prendre congée.

Resumo el estado de la cuestión. Lecturas antiguas de novelas sueltas de  la serie Rougon-Macquart me habían dado la conciencia de que cada una de ellas era incomprensible fuera del plan general de la obra; por otra parte, Zola siempre me había parecido el “anti Proust”  a la vez que reconocía entre ellos similitudes tan fuertes como sus diferencias. Para empezar, Zola forma con Proust y Balzac la triada que instala ese modo narrativo moderno en que el autor quiere que todas sus obras sean una sola obra y traba sus distintas producciones por recurrencias entre ellas. En estos tres casos recurrencia de personajes en su obra mayor, pero con criterios, elaboración y significados bien diferentes: Balzac hace reaparecer personajes de una novela en otra para dar consistencia a un mundo social tal como suele ser cognoscible en la realidad, de manera que el nombre de los banqueros, los abogados los periodistas o los clubs elegantes sean siempre los mismos y produzcan en el lector la sensación de una sociedad civil conocida;  en Proust es algo que surge a posteriori de las primeras redacciones de la obra, y da lugar a sucesivas reelaboraciones para reinsertarlos y justificarlos. Para Zola la relación entre los personajes de los 20 volúmenes de los Rougon Macquart  vertebra la obra, constituye el tema y la estructura y es  previa a su composición.

La nota de solapa para la serie que comienzo podría decir algo como lo que sigue.
El título genérico Les Rougon-Macquart  reúne un conjunto de 20 novelas escritas por Émile Zola entre 1871 y 1893. Lleva como subtítulo Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. El propio autor dice: Los Rougon-Macquart personificarán la época, son el Imperio mismo. La obra, en efecto tiene como propósito estudiar la influencia que sobre el hombre ejercen el medio social y las taras hereditarias. El campo de observación es una familia provinciana meridional, cinco generaciones de la misma dispersas por el territorio francés y por todas los estratos de la sociedad, desde la neurótica matriarca  Adelaïde Fouque, nacida en 1768, y la progenie legítima engendrada en ella por el tozudo, ambicioso, poco inteligente y poco escrupuloso Pierre Rougon, más la ilegítima, hija  del contrabandista brutal y alcohólico Antoine Macquart, a lo largo de las cinco generaciones, hasta su  último fruto que nacerá en 1894 de la unión incestuosa y no matrimonial entre Pascal Rougon y su sobrina Clotilde. Zola se propone desde el principio de su plan rastrear las patológías que la herencia va combinando para formar los caracteres y pintar la sociedad del Segundo Imperio de forma exhaustiva, concediendo un amplio estudio a las clases sociales a y las grandes transformaciones que en ella se producen: urbanismo parisino, nacimiento de los grandes almacenes, desarrollo del ferrocarril, funcionamiento de las finanzas especulativas, gestión de la política, aparición del sindicalismo moderno… 

Me parecía asombroso: 20 novelas, publicadas entre 1871 (¿de qué me suena este año?) y 1893, al ritmo convenido con el editor de una novela por año. 14511 páginas de texto narrativo en mi edición (esas sólo para Los Rougon-Macquart., la edición comprende toda la obra de Zola, narrativa y teórica, más liminares diversos y abarca 27129 páginas), desarrolladas sobre una idea, una plantilla minuciosa, un diagrama previo del conjunto y de la integración en él de cada obra y sus elementos.

Imprescindible equiparse bien para esta lectura. Por buena memoria que se tenga es necesario tener a mano por lo menos: un cuadro genealógico-patológico de los Rougon Macquart, otro de la aparición de los personajes en cada obra y no está demás otro cronológico de los avatares del Segundo Imperio.  Además, y prioritario, una edición digital de confianza. Y hago un inciso: quedan románticos enemigos del libro numérico. Se equivocan. No sólo para trabajar, sino para leer bien es la herramienta fundamental. Sólo ella permite tomar notas simultáneas a la lectura, ordenarlas con un simple código de colores, moverse entre ellas y  el texto, conectar este  con sus liminares…adiós a la enojosa tarea de las referatas en fichas manuscritas, a los olvidos…a los cuadernos de lectura. En lo digital todo esto se hace y se preserva instantáneamente, con un simple toque. Por no hablar de la portabilidad que en un dispositivo de pocos gramos permite hacerse acompañar de una biblioteca y todo un material de escritorio y consulta en medio de la naturaleza, en un avión, una sala de espera,  un sofá e incluso a oscuras. Existen buenas ediciones digitales bonitas y baratas. Personalmente huyo del espejismo de lo gratis total cuyas ediciones suelen ser  defectuosas y carecer de mecanismos óptimos para la navegación.

La Edición por la que citaré es la de Arvensa Éditions, 27.129 páginas, obra completa del autor, texto revisado .No es una edición crítica, pero aporta materiales sumamente interesantes, biográficos, críticos, y contextualizadores de mano del propio autor y de contemporáneos suyos. Puntos de vista especialmente interesantes, difíciles de reunir para un lector actual.


Sevilla, enero de 2014