1. El evangelio naturalista según Zola
Émile
Zola decide joven dedicarse a la literatura como tarea y como medio de vida,
pero no comienza escribiendo novela. Desde 1858 en que se instala en París con
su madre hasta 1869 en que comienza a redactar La Fortune des Rougon-Macquart,
lleva una vida bohemia de trabajos
administrativos, desempleos, asalariado
en editoriales y periódicos. Lee mucho a los clásicos, publica artículos,
escribe también poesía y teatro en obras
que no llegan a ver la luz. Tanteos que no lo acercan al proyecto de vida que
se había formulado: vivir cómodamente de la literatura, hacerse notorio en este
medio y trabajar con regularidad e independencia.
En 1864 lecturas de Flaubert, Balzac y Stendhal y, especialmente el prólogo de Germinie Lacerteux de los Goncourt, interesan a Zola en el realismo antirromántico.
En 1864 lecturas de Flaubert, Balzac y Stendhal y, especialmente el prólogo de Germinie Lacerteux de los Goncourt, interesan a Zola en el realismo antirromántico.
Los
Cuentos a Ninon (1864) marcan un cambio de rumbo en la carrera de Zola. Encierra para siempre
en un cajón sus proyectos anteriores, completos o no, y decide dedicarse a la
novela. Además “se convierte” al naturalismo, o mejor, decide explícitamente
fundar una escuela literaria de la que él sería el papa y el oficiante. En el prefacio de la
segunda edición de Thérèse Raquin (1868) define los principios naturalistas que
actúan en el libro, afirma el principio de la herencia y explica que se atiene
a estudiar temperamentos, no caracteres.
A partir de ese momento empieza a empaparse de lecturas científicas sobre medicina experimental que está sustituyendo la antigua medicina empírica por otra basada en la experimentación y la aplicación de las “leyes naturales”, tema muy de la segunda mitad del XIX en pleno debate darwinista y poco conocidos aún los patrones cromosómicos de la herencia que ensayaba Mendel.
A partir de 1860 hay muchas obras científicas sobre la herencia biológica. Aunque hoy el tema se haya desarrollado por otros caminos de la ciencia y tanto aquellas como sus autores hayan sido casi olvidadas, en ese momento el interés por la investigación de la evolución natural y la genética promueve un cambio importante: la secularización de la ciencia y el arte cambiando la fundamentación de sus principios al empirismo racional materialista que, en lo tocante a la evolución, se basa en el determinismo biológico.
El desenvolvimiento humano se concibe como una lucha por la supervivencia en la que sólo tienen posibilidades los individuos de ciertas características mentales, fisiológicas y morales, variaciones individuales que no están a disposición de todos, ni son elegibles ni se adquieren voluntaria o voluntariosamente: se han transmitido a cada individuo por herencia biológica, heredables, inevitables como combinatoria de rasgos que capacitan, o no, para aprovechar los recursos naturales y sociales limitados de cada época y medio.
A partir de ese momento empieza a empaparse de lecturas científicas sobre medicina experimental que está sustituyendo la antigua medicina empírica por otra basada en la experimentación y la aplicación de las “leyes naturales”, tema muy de la segunda mitad del XIX en pleno debate darwinista y poco conocidos aún los patrones cromosómicos de la herencia que ensayaba Mendel.
A partir de 1860 hay muchas obras científicas sobre la herencia biológica. Aunque hoy el tema se haya desarrollado por otros caminos de la ciencia y tanto aquellas como sus autores hayan sido casi olvidadas, en ese momento el interés por la investigación de la evolución natural y la genética promueve un cambio importante: la secularización de la ciencia y el arte cambiando la fundamentación de sus principios al empirismo racional materialista que, en lo tocante a la evolución, se basa en el determinismo biológico.
El desenvolvimiento humano se concibe como una lucha por la supervivencia en la que sólo tienen posibilidades los individuos de ciertas características mentales, fisiológicas y morales, variaciones individuales que no están a disposición de todos, ni son elegibles ni se adquieren voluntaria o voluntariosamente: se han transmitido a cada individuo por herencia biológica, heredables, inevitables como combinatoria de rasgos que capacitan, o no, para aprovechar los recursos naturales y sociales limitados de cada época y medio.
Dos autores a los que Zola dice seguir de
cerca son los médicos, Claude Bernard, fundador de la medicina experimental, y
Prosper Lucas en su Traité
philosophique et physiologique de l´heredité
naturelle. En ellos fundamenta Zola su modelo teórico del determinismo
genético interesándose fundamentalmente por los rasgos mórbidos y su
combinatoria en la descendencia. La
herencia tiene sus leyes, como la gravedad, dice. Y en su ensayo Le
Roman experimental (1880), Zola define los principios del naturalismo: me parece útil decir con precisión lo que
hay que entender, según yo, por novela experimental.
Dejemos
que nos lo diga.
“El
problema del médico experimentador
consiste en encontrar el determinismo simple de un desarreglo orgánico,
es decir, en determinar con precisión cuál es el fenómeno inicial…. así veremos
como una dislocación del organismo o un desarreglo de los más complejos en
apariencia pueden venir determinados por una causa inicial simple que los
provoca. No hay más que cambiar aquí el
término “médico experimentador” por el de “novelista experimentador”. Voy a
tratar de probar que si el método experimental conduce al conocimiento de la
vida física, debe conducir también al conocimiento de la vida pasional e
intelectual. No es más que la progresión en la misma vía: de la química a la
fisiología, luego de la fisiología a la antropología y la sociología. La novela
experimental está al final de la cadena.
....En
el campo de la literatura donde hasta ahora parece haberse empleado sólo la observación, ¿es posible la
experimentación? ¿Cómo? ¿Dónde se mueve
el literato determinista? Entre observación y experiencia hay una línea de
demarcación muy clara. Es esta: se da el nombre de observador a quien aplica
procedimientos de investigación simples o complejos al estudio de los fenómenos
tal y como la naturaleza los ofrece; se da el nombre de experimentador al que
emplea los procedimientos de investigación simples o complejos haciéndolos aparecer en circunstancias o condiciones en que la
naturaleza no los presenta. En este esquema, el escritor determinista es un
experimentador. Toda su tarea parte de
la duda frente a las verdades mal conocidas, los fenómenos inexplicados hasta
que una idea experimental lo despierta
un día bruscamente de su sueño.
La
experiencia no es más que una observación provocada.
... El observador constata pura y simplemente los fenómenos que tiene bajo los ojos, los define, su observación debe representar exactamente la naturaleza, pero, una vez el hecho constatado el experimentador aparece para instituir la experiencia de tales fenómenos haciendo moverse a los personajes en un medio y una historia que él crea
…. El novelista determinista partiendo de los hechos verificados por el observador experimenta: somete a los personajes a ciertas pruebas, los sumerge en un medio, les crea un mundo, de que él es dueño, en el que los mueve según las leyes de la naturaleza. La finalidad es el conocimiento del hombre en su acción individual y social
…. El experimentador científico es el juez de instrucción de la naturaleza. Nosotros los novelistas somos jueces de instrucción de los hombres y sus pasiones…. Los hechos verificados son nuestro punto de partida, pero para mostrar su mecanismo es necesario que nosotros produzcamos y dirijamos los fenómenos. Esta es nuestra parte de invención y de genio…. El método experimental lejos de atar al novelista con vínculos estrechos lo deja a toda su inteligencia de pensador y a todo su genio de creador. Necesitará ver, comprender, inventar.
... El observador constata pura y simplemente los fenómenos que tiene bajo los ojos, los define, su observación debe representar exactamente la naturaleza, pero, una vez el hecho constatado el experimentador aparece para instituir la experiencia de tales fenómenos haciendo moverse a los personajes en un medio y una historia que él crea
…. El novelista determinista partiendo de los hechos verificados por el observador experimenta: somete a los personajes a ciertas pruebas, los sumerge en un medio, les crea un mundo, de que él es dueño, en el que los mueve según las leyes de la naturaleza. La finalidad es el conocimiento del hombre en su acción individual y social
…. El experimentador científico es el juez de instrucción de la naturaleza. Nosotros los novelistas somos jueces de instrucción de los hombres y sus pasiones…. Los hechos verificados son nuestro punto de partida, pero para mostrar su mecanismo es necesario que nosotros produzcamos y dirijamos los fenómenos. Esta es nuestra parte de invención y de genio…. El método experimental lejos de atar al novelista con vínculos estrechos lo deja a toda su inteligencia de pensador y a todo su genio de creador. Necesitará ver, comprender, inventar.
…nosotros
no somos fatalistas, somos deterministas, que no es en absoluto lo mismo. el
fatalismo supone la manifestación necesaria de un fenómeno independiente de sus
condiciones, mientras que el determinismo
es la condición necesaria de un fenómeno cuya manifestación no es
forzada
…. Una vez que la investigación del determinismo de los fenómenos se plantea como principio fundamental del método experimental ya no hay ni materialismo, ni espiritualismo, ni materia bruta, ni materia viva; sólo hay fenómenos respecto a los cuales hay que determinar las circunstancias que juegan, respecto a tales fenómenos, el papel de causa próxima.…ese es el único deber moral del novelista experimentador.
…. Una vez que la investigación del determinismo de los fenómenos se plantea como principio fundamental del método experimental ya no hay ni materialismo, ni espiritualismo, ni materia bruta, ni materia viva; sólo hay fenómenos respecto a los cuales hay que determinar las circunstancias que juegan, respecto a tales fenómenos, el papel de causa próxima.…ese es el único deber moral del novelista experimentador.
....el experimentador no
tiene que dar ninguna conclusión, sus obras la llevan implícita, la experiencia
concluye por él.
En una palabra, los novelistas naturalistas trabajamos con todo el siglo en la gran obra que es la conquista de la naturaleza, la verdad y la potencia del hombre decuplicada y véase a nuestro lado la tarea de escritores idealistas, que se apoyan en lo irracional y lo sobrenatural y en los cuales cada impulso es seguido de una caída profunda en el caos metafísico. Nosotros somos los que tenemos la fuerza, nosotros los que tenemos la moral” (1)
En una palabra, los novelistas naturalistas trabajamos con todo el siglo en la gran obra que es la conquista de la naturaleza, la verdad y la potencia del hombre decuplicada y véase a nuestro lado la tarea de escritores idealistas, que se apoyan en lo irracional y lo sobrenatural y en los cuales cada impulso es seguido de una caída profunda en el caos metafísico. Nosotros somos los que tenemos la fuerza, nosotros los que tenemos la moral” (1)
Cuestión
de temperamento, de cultura, de genio. Zola es un artista, pero no un intuitivo
ni un sentimental; es un volitivo sagaz, trabajador (muy trabajador), metódico
en la persecución de sus fines personales y en la construcción honesta de la
vía para alcanzarlos. Parece uno de sus personajes: heredero de la inteligencia
técnica y la energía de su padre ingeniero, de la obstinación luchadora por la
vida de su madre y su abuela, resulta un individuo perfectamente adaptado y
capacitado para sobrevivir en el medio artístico de su época. Sus rasgos
morales son solidarios de la visión del mundo que caracteriza el momento histórico y él se hace
responsable de la combinatoria de estos datos independientes en la articulación de un discurso capaz de
adaptarse estilísticamente a la explicación de cualquier tema y a la
construcción de una obra monumental.
Una obra monumental
literaria… clásica, en el común sentido del término. Zola me recuerda la
caracterización que hace Diderot (2) del
hombre genial: aquel cuya obra se engendra en la exasperación de la visión, la
universalización de la sensibilidad y la
amplificación de la memoria y la imaginación. Claro que esto puede resolverse
en fórmulas tan variadas que sean aplicables casi a cualquier artista, pero los
adjetivos coinciden con Zola y el
parecido es aún mayor cuando el enciclopedista alerta de que la sensibilidad
no es asunto de alma, sino de juicio, y de que la imaginación es distinta de la
fantasía que no es sino una sublimación tramposa de aquella.
2. Los
bastardos de Shakespeare no tienen derecho a burlarse de los hijos legítimos de
Balzac.
Esto responde Zola, así de
fuerte y expresivo, a un artículo en el Times contra el naturalismo.
Bien entendido que el
insulto “bastardos” va dirigido a los escritores ingleses que desde Dickens (a
medias incluido éste) no dan nacimiento,
a consecuencia de una cierta situación social, más que a escritores
emasculados, marisabidillos que no valen ni lo que Ponson du Terrail.
Y
es que Zola se bate enérgica y constantemente en defensa de su escuela, de su
oportunidad social y artística. Si en varios ensayos (Le roman experimental, Le
naturalisme au theatre y los prefacios de casi todas sus obras) la
explica científica y filosóficamente, de las críticas se defiende con altivo y
desdeñoso malhumor. El naturalismo es su invención, su bandera personal, su
aportación cultural y su objeto de propaganda. Todo está previsto, pensado y
adaptado al medio, incluso el nombre de la escuela. (3)
Otro ejemplo de la misma
energía es el Prefacio de L´Assommoir. No me resisto a
traducirlo.
Desde que L´ Assommoir
apareció en un periódico (4), la novela ha sido atacada con una brutalidad sin
ejemplo, denunciada, culpada de todos los crímenes. ¿Es necesario que vuelva a
explicar aquí, en unas líneas, mis intenciones de escritor? He querido pintar
la decadencia inevitable de una familia obrera, en el medio apestado de nuestros
barrios. Al final del alcoholismo y la holgazanería están el relajamiento de
los vínculos familiares, las inmundicias de la promiscuidad, el progresivo
olvido de los sentimientos honestos, luego como desenlace la deshonra y la
muerte. Es la moral en acción, simplemente.
L´Assommoir es, sin duda,
el más casto de mis libros. Ya otras veces he tenido que tocar llagas
espantosas, pero con otra forma. Sólo la forma ha asustado aquí. ¡Se han
enfadado con las palabras! Mi crimen es haber usado la lengua del pueblo. ¡Ah,
la forma! ¡ Ese es el gran crimen! Sin embargo existen diccionarios de esta
lengua. Los lingüistas la estudian y disfrutan de sus licencias, de lo
imprevisto y la fuerza de sus imágenes. Es un regalo para los investigadores de
la gramática. No importa. Nadie ha visto que mi voluntad era hacer un trabajo
puramente filológico, que creo de un vivo interés histórico y social.
Pero no me defiendo. Mi obra me defenderá. Es
una obra de verdad, la primera novela sobre el pueblo que no miente y que tiene
el olor del pueblo. Y no hay que concluir que todo el pueblo es malo, mis
personajes no son malvados, sólo son ignorantes y destrozados por el medio de
rudo trabajo y de miseria en que viven. No habría más que leer mis novelas,
comprenderlas, ver con claridad su conjunto antes de difundir los lugares
comunes, grotescos y odiosos que circulan sobre mi persona y sobre mis obras.
¡Ah,si se supiera cómo se ríen mis amigos de la leyenda asombrosa con que se
divierte la gente! ¡Si se supiera hasta qué punto el bebedor de sangre, el
novelista feroz, es un digno burgués, un hombre de estudio y de arte que vive
prudentemente en su rincón y cuya única ambición es dejar una obra tan amplia y
tan viva como le sea posible! En fin, yo no desmiento ningún cuento, yo trabajo
y me remito a la buena fe pública para
ser descubierto bajo el cúmulo de imbecilidades amontonadas. É. Zola. París
enero de 1877.
¡Sigue
interesándome! Todo previsto. El conjunto de la obra diseñado a priori, la
edición y su precio concertados a largo
plazo, la plataforma literaria definida y defendida y un horario de trabajo
regulado como el de un oficinista permiten al “digno burgués” ejercer con
eficacia de “novelista feroz “.
¡Qué
distintas concepciones de la vida y de la obra, Monsieur Proust, vienen a darle
la razón a Zola! Ustedes no son tan diferentes: cada uno es hijo de su
temperamento, su salud, su historia social y progenitor de unos sueños que se
le parecen.
1.
Son
palabras de Zola. No las señalo como
cita porque las he espigado en argumentaciones
prolijas y aligerado de
reiteraciones y carga cientifista.
2. Artículo de la enciclopedia. 1757
2. Artículo de la enciclopedia. 1757
3.
La
denominación Naturalismo, para una escuela artística suscita fuertes reservas
que hacen a Zola lanzar una auténtica campaña publicitaria. No miente sobre sus
intenciones: cuando Flaubert le reprocha su “profesión de fe naturalista”, Zola responde: “Sí, es cierto, como a usted no me
importa nada la palabra Naturalismo ; y sin embargo la repetiré constantemente,
porque las cosas necesitan un bautismo, para que el público las crea”. (¿No es
revelador el término “público”?).
4. En Le Bien Public. Comienza
a publicarse por entregas y es retirada por el propio autor cinco minutos antes
de que lo hicieran los intereses políticos y editoriales Parecida suerte
corrieron otras obras de Zola que se publicaron por entregas, pero el escándalo
que desata ésta hace de Zola el escritor más polémico de París. Cuando dos años
después L´ Assommoir se adapta al teatro
es un éxito.
Sevilla,
marzo 2014