viernes, 11 de abril de 2014

Off topic. Zola. IV




1. El evangelio naturalista según Zola


Émile Zola decide joven dedicarse a la literatura como tarea y como medio de vida, pero no comienza escribiendo novela. Desde 1858 en que se instala en París con su madre hasta 1869 en que comienza a redactar La Fortune des Rougon-Macquart,  lleva una vida bohemia de trabajos administrativos, desempleos,  asalariado en editoriales y periódicos. Lee mucho a los clásicos, publica artículos, escribe también  poesía y teatro en obras que no llegan a ver la luz. Tanteos que no lo acercan al proyecto de vida que se había formulado: vivir cómodamente de la literatura, hacerse notorio en este medio y trabajar con regularidad e independencia. 

En 1864 lecturas de Flaubert, Balzac y Stendhal  y, especialmente el prólogo de Germinie Lacerteux de los Goncourt, interesan a Zola en el realismo antirromántico.
Los Cuentos a Ninon (1864) marcan un cambio de rumbo  en la carrera de Zola. Encierra para siempre en un cajón sus proyectos anteriores, completos o no, y decide dedicarse a la novela. Además “se convierte” al naturalismo, o mejor, decide explícitamente fundar una escuela literaria de la que él sería  el papa y el oficiante. En el prefacio de la segunda edición de Thérèse Raquin (1868) define los principios naturalistas que actúan en el libro, afirma el principio de la herencia y explica que se atiene a estudiar temperamentos, no caracteres


 A partir de ese momento empieza a empaparse de lecturas científicas sobre medicina experimental que está sustituyendo la antigua medicina empírica por otra basada en la experimentación y la aplicación de las “leyes naturales”, tema muy de la segunda mitad del XIX en pleno debate darwinista y poco conocidos aún los patrones cromosómicos de la herencia que ensayaba Mendel.

 A partir de 1860 hay muchas obras científicas sobre la herencia biológica. Aunque hoy el tema se haya desarrollado por otros caminos de la ciencia y tanto aquellas como sus autores hayan sido casi  olvidadas,  en ese momento el interés por la investigación de la evolución natural y la genética promueve un cambio importante: la secularización de la ciencia y el arte cambiando la fundamentación de sus principios al empirismo racional materialista que, en lo tocante a la evolución, se basa en el determinismo biológico. 


El desenvolvimiento  humano se concibe como una lucha por la supervivencia en la que sólo tienen posibilidades los individuos de ciertas características mentales, fisiológicas y morales, variaciones individuales que no están a disposición de todos, ni son elegibles ni se adquieren voluntaria o voluntariosamente: se han transmitido a cada individuo por herencia biológica, heredables, inevitables como combinatoria de rasgos que capacitan, o no, para aprovechar los recursos naturales y sociales limitados de cada época y medio.

  
 Dos autores a los que Zola dice seguir de cerca son los médicos, Claude Bernard, fundador de la medicina experimental, y Prosper Lucas en su Traité philosophique  et physiologique de l´heredité naturelle. En ellos fundamenta Zola su modelo teórico del determinismo genético interesándose fundamentalmente por los rasgos mórbidos y su combinatoria en la descendencia. La herencia tiene sus leyes, como la gravedad, dice. Y en su ensayo Le Roman experimental (1880), Zola define los principios del naturalismo: me parece útil decir con precisión lo que hay que entender, según yo, por novela experimental.


Dejemos que nos lo diga. 
“El problema del médico experimentador  consiste en encontrar el determinismo simple de un desarreglo orgánico, es decir, en determinar con precisión cuál es el fenómeno inicial…. así veremos como una dislocación del organismo o un desarreglo de los más complejos en apariencia pueden venir determinados por una causa inicial simple que los provoca.  No hay más que cambiar aquí el término “médico experimentador” por el de “novelista experimentador”. Voy a tratar de probar que si el método experimental conduce al conocimiento de la vida física, debe conducir también al conocimiento de la vida pasional e intelectual. No es más que la progresión en la misma vía: de la química a la fisiología, luego de la fisiología a la antropología y la sociología. La novela experimental está al final de la cadena.

....En el campo de la literatura donde hasta ahora parece haberse empleado sólo  la observación, ¿es posible la experimentación? ¿Cómo?  ¿Dónde se mueve el literato determinista? Entre observación y experiencia hay una línea de demarcación muy clara. Es esta: se da el nombre de observador a quien aplica procedimientos de investigación simples o complejos al estudio de los fenómenos tal y como la naturaleza los ofrece; se da el nombre de experimentador al que emplea los procedimientos de investigación simples o complejos  haciéndolos aparecer  en circunstancias o condiciones en que la naturaleza no los presenta. En este esquema, el escritor determinista es un experimentador.  Toda su tarea parte de la duda frente a las verdades mal conocidas, los fenómenos inexplicados hasta que una idea experimental  lo despierta un día bruscamente de su sueño. 
La experiencia no es más que una observación provocada.

... El observador constata pura y simplemente los fenómenos que tiene bajo los ojos, los define, su observación debe representar exactamente la naturaleza, pero, una vez el hecho constatado el experimentador aparece para instituir la experiencia de tales fenómenos  haciendo moverse a los personajes en un medio y una historia que él crea
…. El novelista determinista partiendo de los hechos verificados por el observador experimenta: somete a los personajes a ciertas pruebas, los sumerge en un medio, les crea un mundo, de que él es dueño, en el que los mueve según las leyes de la naturaleza. La finalidad es el conocimiento del hombre en su acción individual y social
…. El experimentador científico es el juez de instrucción de la naturaleza. Nosotros los novelistas somos jueces de instrucción de los hombres y sus pasiones…. Los hechos verificados son nuestro punto de partida, pero para mostrar su mecanismo es necesario que nosotros produzcamos y dirijamos  los fenómenos. Esta es nuestra parte de invención y de genio…. El método experimental lejos de atar al novelista con vínculos estrechos lo deja a toda su inteligencia de pensador y a todo su genio de creador. Necesitará ver, comprender, inventar.
…nosotros no somos fatalistas, somos deterministas, que no es en absoluto lo mismo. el fatalismo supone la manifestación necesaria de un fenómeno independiente de sus condiciones, mientras que el determinismo  es la condición necesaria de un fenómeno cuya manifestación no es forzada
…. Una vez que la investigación del determinismo de los fenómenos se plantea como principio fundamental del método experimental ya no hay ni materialismo, ni espiritualismo, ni materia bruta, ni materia viva; sólo hay fenómenos respecto a los cuales hay que determinar las circunstancias que juegan, respecto a tales fenómenos, el papel de causa próxima.…ese es el único deber moral del novelista experimentador.
 ....el experimentador no tiene que dar ninguna conclusión, sus obras la llevan implícita, la experiencia concluye por él. 

 En una palabra, los novelistas naturalistas trabajamos con todo el siglo en la gran obra que es la conquista de la naturaleza, la verdad y la potencia del hombre decuplicada y véase a nuestro lado la tarea de escritores idealistas, que se apoyan en lo irracional y lo sobrenatural y en los cuales cada impulso es seguido de una caída profunda en el caos metafísico.  Nosotros somos los que   tenemos la fuerza, nosotros los que tenemos la moral” (1)


Cuestión de temperamento, de cultura, de genio. Zola es un artista, pero no un intuitivo ni un sentimental; es un volitivo sagaz, trabajador (muy trabajador), metódico en la persecución de sus fines personales y en la construcción honesta de la vía para alcanzarlos. Parece uno de sus personajes: heredero de la inteligencia técnica y la energía de su padre ingeniero, de la obstinación luchadora por la vida de su madre y su abuela, resulta un individuo perfectamente adaptado y capacitado para sobrevivir en el medio artístico de su época. Sus rasgos morales son solidarios de la visión del mundo que caracteriza el momento histórico y él se hace responsable de la combinatoria de estos datos independientes  en la articulación de un discurso capaz de adaptarse estilísticamente a la explicación de cualquier tema y a la construcción de una obra monumental.


 Una obra monumental literaria… clásica, en el común sentido del término. Zola me recuerda la caracterización que hace Diderot  (2) del hombre genial: aquel cuya obra se engendra en la exasperación de la visión, la universalización de la sensibilidad  y la amplificación de la memoria y la imaginación. Claro que esto puede resolverse en fórmulas tan variadas que sean aplicables casi a cualquier artista, pero los adjetivos coinciden con Zola y el  parecido es aún mayor cuando el enciclopedista alerta de que la sensibilidad no es asunto de alma, sino de juicio, y de que la imaginación es distinta de la fantasía que no es sino una sublimación tramposa de aquella.



2. Los bastardos de Shakespeare no tienen derecho a burlarse de los hijos legítimos de Balzac.

Esto responde Zola, así de fuerte y expresivo, a un artículo en el Times contra el naturalismo.
Bien entendido que el insulto “bastardos” va dirigido a los escritores ingleses que desde Dickens (a medias incluido éste) no dan nacimiento, a consecuencia de una cierta situación social, más que a escritores emasculados, marisabidillos que no valen ni lo que Ponson du Terrail.

Y es que Zola se bate enérgica y constantemente en defensa de su escuela, de su oportunidad social y artística. Si en varios ensayos (Le roman experimental, Le naturalisme au theatre y los prefacios de casi todas sus obras) la explica científica y filosóficamente, de las críticas se defiende con altivo y desdeñoso malhumor. El naturalismo es su invención, su bandera personal, su aportación cultural y su objeto de propaganda. Todo está previsto, pensado y adaptado al medio, incluso el nombre de la escuela. (3) 

Otro ejemplo de la misma energía es el Prefacio de L´Assommoir. No me resisto a traducirlo.
Desde que L´ Assommoir apareció en un periódico (4), la novela ha sido atacada con una brutalidad sin ejemplo, denunciada, culpada de todos los crímenes. ¿Es necesario que vuelva a explicar aquí, en unas líneas, mis intenciones de escritor? He querido pintar la decadencia inevitable de una familia obrera, en el medio apestado de nuestros barrios. Al final del alcoholismo y la holgazanería están el relajamiento de los vínculos familiares, las inmundicias de la promiscuidad, el progresivo olvido de los sentimientos honestos, luego como desenlace la deshonra y la muerte. Es la moral en acción, simplemente.
L´Assommoir es, sin duda, el más casto de mis libros. Ya otras veces he tenido que tocar llagas espantosas, pero con otra forma. Sólo la forma ha asustado aquí. ¡Se han enfadado con las palabras! Mi crimen es haber usado la lengua del pueblo. ¡Ah, la forma! ¡ Ese es el gran crimen! Sin embargo existen diccionarios de esta lengua. Los lingüistas la estudian y disfrutan de sus licencias, de lo imprevisto y la fuerza de sus imágenes. Es un regalo para los investigadores de la gramática. No importa. Nadie ha visto que mi voluntad era hacer un trabajo puramente filológico, que creo de un vivo interés histórico y social.
 Pero no me defiendo. Mi obra me defenderá. Es una obra de verdad, la primera novela sobre el pueblo que no miente y que tiene el olor del pueblo. Y no hay que concluir que todo el pueblo es malo, mis personajes no son malvados, sólo son ignorantes y destrozados por el medio de rudo trabajo y de miseria en que viven. No habría más que leer mis novelas, comprenderlas, ver con claridad su conjunto antes de difundir los lugares comunes, grotescos y odiosos que circulan sobre mi persona y sobre mis obras. ¡Ah,si se supiera cómo se ríen mis amigos de la leyenda asombrosa con que se divierte la gente! ¡Si se supiera hasta qué punto el bebedor de sangre, el novelista feroz, es un digno burgués, un hombre de estudio y de arte que vive prudentemente en su rincón y cuya única ambición es dejar una obra tan amplia y tan viva como le sea posible! En fin, yo no desmiento ningún cuento, yo trabajo y me remito a la buena fe  pública para ser descubierto bajo el cúmulo de imbecilidades amontonadas. É. Zola. París enero de 1877.


¡Sigue interesándome! Todo previsto. El conjunto de la obra diseñado a priori, la edición y su  precio concertados a largo plazo, la plataforma literaria definida y defendida y un horario de trabajo regulado como el de un oficinista permiten al “digno burgués” ejercer con eficacia de “novelista feroz “.
¡Qué distintas concepciones de la vida y de la obra, Monsieur Proust, vienen a darle la razón a Zola! Ustedes no son tan diferentes: cada uno es hijo de su temperamento, su salud, su historia social y progenitor de unos sueños que se le parecen.




1.    Son palabras  de Zola. No las señalo como cita porque las he espigado en argumentaciones  prolijas  y aligerado de reiteraciones y carga cientifista.

 2.    Artículo de la enciclopedia. 1757


3.    La denominación Naturalismo, para una escuela artística suscita fuertes reservas que hacen a Zola lanzar una auténtica campaña publicitaria. No miente sobre sus intenciones: cuando Flaubert le reprocha su “profesión de fe naturalista”, Zola  responde: “Sí, es cierto, como a usted no me importa nada la palabra Naturalismo ; y sin embargo la repetiré constantemente, porque las cosas necesitan un bautismo, para que el público las crea”. (¿No es revelador el término “público”?).


4.    En Le Bien Public. Comienza a publicarse por entregas y es retirada por el propio autor cinco minutos antes de que lo hicieran los intereses políticos y editoriales Parecida suerte corrieron otras obras de Zola que se publicaron por entregas, pero el escándalo que desata ésta hace de Zola el escritor más polémico de París. Cuando dos años después L´ Assommoir  se adapta al teatro es un éxito.



Sevilla, marzo 2014